Es una de las más grandes ironías que el inventor de la máquina más eficiente de ejecución haya sido un activista contra la pena de muerte. Fue el médico y penalista Joseph Ignace Guillotin quien propuso el aparato como una forma rápida y relativamente humana de ejecución, en comparación al desmembramiento y a la decapitación con un hacha. Y el
invento “pegó”. Fue usada en Francia por última vez en 1977 y permaneció como uno de los métodos “legales” de ejecución hasta que París finalmente la abolió en 1981.
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